ORAR CON SANTA MARGARITA DE ALACOQUE


ORAR CON SANTA MARGARITA
 MARÍA DE ALACOQUE

Presentación
¿Cómo hacer oración? También santa Margarita Mª de Alacoque se lo preguntó un día a su Maestra de novicias, que le respondió: “Id a colocaros delante de Nuestro Señor Jesucristo, como una tela preparada delante de un pintor”. 

“Hubiera yo querido la explicación de lo que me decía por no comprenderlo, -continúa Margarita María- pero no me atrevía a pedírsela; más el Señor me dijo: “Ven, que Yo te enseñare”. Y tan pronto como fui a la oración, me hizo conocer que aquella tela preparada era mi alma, sobre la cual quería trazar todos los rasgos de su vida…. “. 

Tan bien aprendió lo que era orar, que ella misma nos enseñó ahora cómo estar con Aquel que nos ama y a Quien amamos. Sigamos sus consejos y oremos con sus palabras….

Cuando queráis hacer oración, entrad en el Sagrado Corazón como en un oratorio, donde encontraréis qué dar a Dios.

Ofrecedle la oración de Jesús para suplir las faltas de la vuestra, amad a Dios con el amor de su Corazón, adoradle con sus adoraciones, alabadle con sus alabanzas, obrad con sus obras y quered con su voluntad.


Te adoro Jesús
Te adoro Jesús, mi rey, en tu trono de amor y misericordia. Recíbeme como tu esclava y perdóname...

Acuérdate que no podría ser misericordioso si no tuvieras súbditos miserables. extiende, pues, tu mano liberal para colmar mi gran pobreza con el precioso tesoro de tu amor, que eres tú mismo, después de haberme vaciado del amor a mí misma y a estos van los respetos humanos que me tienen como encadenada.

¡Ven, rey mío¡ ¡rompe mis amarras, líbrame de mi esclavitud y reina en mi corazón! 

Yo quiero reinar en el tuyo mediante una caridad ardiente hacia el prójimo, escuchándole y no haciendo con el más que lo que quisiera que hicieran conmigo, no manchando jamás mi corazón ni mi boca con ninguna maledicencia ni resentimiento. Y, ni me tumbaré por nada, para que tú, mi rey, encuentres en mí un imperio de paz. Amén.

Holocausto de amor

Para honrar tu estado de víctima en este sacramento de amor, vengo a ofrecerme a Tí como tal. Te ruego que seas Tú mi sacrificador y que me inmoles en el altar de tu Corazón. 

Purifícame y consûmeme en las llamas ardientes de tu divino Corazón, como un holocausto perfecto de amor y de gracia, para darme nueva vida. Así podré decir con toda verdad: ya no tengo ni " yo“ ni "mío", ya viva, ya muera, Jesús es "mi «yo», mi «mío» es ser suya". Amén.

Oh, jesús, mi Amor, Médico  celestial de mi alma y remedio de mis males, vengo ante Tį como una enfermera, pues Tú conoces todas mis enfermedades, y eres el único que puede curarme.
¡Fuego divino, abrásame!

¡Oh, corazón de mi único amor, Jesús! no puedo amarte, honrarte y glorificarte según la medida del deseo que me inspiras, y por eso invito al cielo y a la tierra a que lo hagan por mí, y me uno a los ardientes serafines para amarte. 

¿Porque no infla más la tierra en tus más puras llamas para consumir y en ella todo lo que encierra, a fin de que todas las criaturas no respiren más que tu amor?

Hazme morir o sufrir, o, al menos conviérteme toda en corazón, para amarte.

¡Un fuego divino! ¡Abrásame! ¡Fuego devorador de la divinidad, ven, prende en mi! ¡abrázame, consúmeme en tus más vivas llamas, que hacen vivir a los que en ellas mueren! Así sea.

Toma todo...

¡Oh Jesús mío y amor mío!, toma todo cuanto tengo y todo cuánto soy, y poseeme según tu querer, pues todo cuanto poseo es tuyo sin reserva.
transfórmame todas en ti para que no pueda separarme de ti ni un momento, y para que no obre sino impulsada por tu amor.


Estoy a sus pies como una hostia viva, que no tiene otro deseo que el de inmolarse y sacrificarse para consumirse como un holocausto en las puras ya más de su amor, donde siento que mi corazón se pierde como en un horno ardiente.

¡Ven, vida de mi corazón!

Dios mío, a quien adoro oculto bajo esta Sagrada Hostia; ¿es posible que te haya reducido a tan humilde morada, para venir a mí y permanecer corporalmente conmigo?

¡Los cielos son indignos para alojarte!, y ¿Te contentas, para estar conmigo siempre, con estas pobres especies?

¡Bondad inconcebible! ¿Podría yo creer esta maravilla si tú mismo no me lo asegurases?
¿Podría atreverme a pensar que te dije Navas venir a mi boca? ¡quieres reposar en mi lengua y entrar en mi corazón, y para convidarme me prometes mil bienes!

¡Oh Dios de la majestad, pero también dios del amor! ¡que no sea yo toda entendimiento para conocer esta misericordia, todas corazón para agradecer la coma toda lengua para publicarla! 

Tú, oh Dios de mi corazón, me has creado para ser objeto de tu amor infinito y de tus inefables bondades. Los Ángeles jamás se cansan de verte, y decían este favor aún gozando de él, y yo, ¿cómo puedo no desear poseerte?

Ven, ven, o divino sol mío. estoy sumergida en tinieblas de pecados ignorancias; ven a disipar estas oscuridades, y haz brillar en mi alma la divinas luces de tu conocimiento. 

Ven, amable Salvador mío. Te entregaste todo entero para sacarme del infierno, y yo he vuelto a caer miserablemente en la servidumbre del pecado. Ven, pues, otra vez a romper mis ligaduras, a quebrantar mis hierros y a devolverme la libertad.

Ven, o médico caritativo de mi alma. Después de haberme bañado con tu sangre, y haberme hecho en el bautismo más sano y más santo de lo que merecía, he contraído, por mi culpa, mil peligrosas enfermedades que traen disgusto a mi corazón, debilidad a mi valor y muerte a mi alma. 

¡Ven, pues, a curarme, o médico divino! tengo yo más necesidad que el paralítico a quién preguntaste si quería sanar.

¡Ven, jesús, el más fiel, el más tierno, el más dulce, y más amable de todos los amigos, ven a mi corazón! 

El que amas está enfermo de peligro. Tú lo sabes, Tú qué lees en el fondo de mi corazón. Te ruego, por tu incomparable amistad y tu palabra, que vengas a aliviarme. Ven, y no permitas que te dé motivo para dejarme.

¡Ven, oh vida de mi corazón, o alma de mi vida, o único apoyo de mi alma, o pan de los ángeles, encantado por mi amor, expuesto por mi rescate, y dispuesto para mi alimento! 

¡Ven a saciarme abundantemente! ¡Ven a hacerme crecer altamente! ¡Ven hacerme crecer altamente! ¡ven a hacerme vivir de Ti y en Ti, pero eficazmente, o mi única vida y todo muy bien!

Dame tu Corazón y estoy contenta...

cuando mires al Divino Corazón de jesús, o le tomes en tus manos, acuérdate de dar de nuevo el tuyo a Jesucristo y dile:

¡Oh, mi amable Jesús!, aún cuando hace ya tiempo que te he dado mi corazón, de nuevo, sin embargo, te lo ofrezco y consagro, ¡Único objeto de mi amor!, ¡Delicias de mi alma! Dame tu corazón, ámame, buen jesús, y estoy contenta.

¡Corazón de jesús, qué caricias te haría si te tuviera presente! ¡Cómo te abrazaría!

¡Oh Corazón todo amable, mil veces te besaría y me pondría de rodillas para adorarte, mil veces te estrellaría contra mi pecho, a fin de recibir de ti el Corazón encendido, el Corazón abrasado, el Corazón divino, que ha respirado y suspirado tantas veces por mí!, y no quiero de aquí en adelante respirar sino por Tí. 

¡Oh, buen Jesús!, separa de mi pobre corazón todo lo que te desagrade, y hazlo manso, sencillo y humilde.

¡Oh, Corazón Sagrado de mi jesús, Esposo querido! Recíbeme a pesar de que me he apartado tantas veces de Tí y alejado de tus divinas perfecciones, no habiendo nada tan puro como Tú, que eres la misma pureza y santidad, y nada tan impuro como yo.

 Tú eres una hoguera encendida de amor, y yo tengo un corazón más duro que el mármol y más frío que el hierro. 

Tú has permanecido siempre en el abatimiento y en el anonadamiento, no obstante tus grandezas, y yo no soy más que polvo más vil que un gusano y quiero aparecer y que me alaben.

¡Oh, mi amable Jesús!, no permitas ya este desorden, más concédeme que viva toda unida y oculta en tu Divino Corazón, al cual elijo por morada para el tiempo y la eternidad. Así sea.

Te adoro, me uno a Ti

¡Jesucristo, mi Señor y mi Dios, a quien creo verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del altar!

Recibe este acto de profundísima adoración para suplir al deseo que tengo de adorarte aquí sin cesar, y en Acción de gracias por los sentimientos de amor que tu Corazón sagrado tiene por mí.

No sé una forma mejor de darte gracias que ofrecerte todos los actos de adoración, conformidad, paciencia y amor que tú mismo Corazón ofreció durante su vida mortal, y ofrece y ofrecerá eternamente en el cielo, a fin de amarte, alabarte y adorarte por el mismo, tanto como me sea posible. 

me uno a la ofrenda que haces a tu eterno Padre, y te consagro todo mi ser, rogándote que borres mis pecados, y no  que me separé de ti. Amén.

Transfórmame en ti

¡Corazón digno de amor, tú eres mi fortaleza, mi apoyo, mi recompensa, mi salvación, mi refugio, mi amor y mi todo!

¡Corazón Santísimo de Jesús, Maestro de todos los corazones, te amo, te adoro y te alabo; te doy gracias y soy toda tuya! ¡Oh, Corazón de amor, permanece conmigo y en mí, gobierna me, sálvame, transfórmame todas en Ti!

Corazón divino, ¡Ven, ven a mi, o atraeme a ti!
Corazón misericordioso, Corazón compasivo y bueno de mi Padre y de mi Salvador, no niegues tu favor a mi lindo corazón. Así sea.

"Y Jesús callaba..."

padre mío, no me niegues la amable cualidad de hijo de tu corazón, en el cual deseo morir a mí mismo, para no vivir más que de tu vida de sumisión y de obediencia. 

Con este espíritu quiero hacer todas mis acciones, y quiero una obediencia como la que tú rindes a sacerdote bueno o malo, sin demostrar la pena que tienes por entrar en el corazón de los pecadores. 

Asimismo reprimir eh mis repugnancias, que no me servirán más que para que te la sacrifique, diciendo: "y a todo esto, Jesús callaba" (MT. 26, 63).

Jesús fue obediente hasta la muerte; por consiguiente, yo quiero obedecer hasta el último suspiro de mi vida. Amén.

Mírame oculta en sus llagas...

Dulce Jesús mío: uno mi alma a la tuya, mi corazón y mi espíritu, mi vida y mis intenciones a las tuyas, y así me presento a tu Padre.

Recíbeme, Padre eterno, por los méritos de tu Hijo Divino.

 No me mires ya sino oculta en sus llagas, cubierta de su sangre y cargada de sus méritos.

En tu Corazón descanso

¡Salvador mío!, pongo en tu Corazón todos mis pensamientos, palabras, obras y sufrimientos de este día, para que te dignes purificar los y hacerlos agradables a tu Eterno Padre.

¡Jesús! ¡Mi refugio y todo mi bien!
Te consagro mi corazón: colócalo en el tuyo; en tu corazón quiero descansar en el tiempo y en la eternidad, como en asilo seguro y lugar de delicias.

Encierrame, Jesús mío, en este Sancta Sanctorum, de manera que no haya fuerza capaz de sacarme de él.

Te ofrezco el descanso que voy a tomar, en unión del que Tú gozas desde toda la eternidad en el seno de tu Padre, y del que tomaste en el Santísimo Sacramento y en las almas puras de tus siervos.
Haz, te ruego, que con este descanso cobre nuevas fuerzas para servirte según mi deseo.

 Recibe los latidos de mi corazón y mis respiraciones, te los ofrezco a ti, Corazón Sagrado, siempre suplicante en el Sagrario, con otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza y entrega de todo mi ser, que inmolo con gusto para tu mayor gloria. Así sea.

¡Tú eres mi todo!

Colócame, ¡dulce Salvador mío!, en tu sagrado costado y en tu Corazón adorable, que es una hoguera encendida del puro amor, y me veré a salvo.

Espero que me introducirás en el, ¡Oh mi Jesús y soberano bien! puesto que te amo, no por las recompensas que prometes aquellos que te aman, sino puramente por amor a Ti mismo.

Te amo sobre todas las cosas amables, sobre toda bondad sobre toda belleza, sobre todo los placeres y, en fin, sobre mí misma y sobre todo lo que no eres Tú, y protesto, en presencia del cielo y de la tierra, que quiero vivir y morir en tu santo amor, pura y sencillamente, y que aún cuando para amarte de esta suerte, tuviera que verme perseguida, atormentada y afrontar la muerte, estaría muy contenta y diría siempre con San Pablo:

No hay criatura que pueda separarme de la Caridad del Sagrado Corazón de jesucristo, a quien amo y quiero amar eternamente.
Ofrezco y consagro
Yo,... ofrezco y consagro al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo mi persona, mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, y no quiero servirme de ninguna parte de mi ser más que para marley, honrarle y glorificarle.
Esta es mi voluntad irrevocable, ser todo suyo y hacerlo todo por su amor, renunciando de corazón a cuanto pueda desagradarle.
Te elijo, corazón de jesús, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, el áncora de mi salvación, el remedio de mi fragilidad e inconstancia, para que seas el reparador de todos mis defectos y me asilo seguro en la hora de mi muerte.
Corazón lleno de bondad, se mi justificación para con Dios Padre y aparta de mí su justa indignación.
¡Corazón rebosante de amor!, solo espero y confío en Ti, porque todo lo temo de mi debilidad, más todos lo espero de tu misericordia.
Aleja de mí cuánto te desagrade, y haz que tu amor se imprima tan profundamente en mi corazón que jamás pueda olvidarte ni separarme de Ti.

Te suplico, por tu bondad, que escribas mi nombre en Ti mismo, puesto que toda mi dicha y gloria es vivir y morir como esclava tuyo. Amén.

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